DEUDA
PÚBLICA, INFLACIÓN Y SALARIOS REALES.
Por
Héctor GIULIANO (14.2.2014).
La
nueva Crisis de Deuda del verano 2014 está teniendo una consecuencia
tan grave como lógica en relación a los salarios reales de la
Argentina.
La
Deuda Pública explica hoy – directa o
indirectamente – el aumento de la inflación, que se produce por
vía financiera más que por vía económica. Esta inflación carcome
el valor de la moneda y con ello provoca una pérdida del poder
adquisitivo que determina la baja de los salarios reales de los
trabajadores.
El
Sindicalismo Nacional tiene una responsabilidad determinante en
materia económico-financiera, social y política para evitar que el
costo de este ajuste derivado de la Crisis de la Deuda se traslade
nuevamente al Pueblo Argentino.
DEUDA
PÚBLICA E INFLACIÓN.
El
empeño del gobierno Kirchner en sostener el sistema de endeudamiento
perpetuo explica el agravamiento actual de la inflación argentina.
Hay
que diferenciar la inflación de base económica, es decir, el
aumento de precios por desequilibrio de las condiciones de mercado –
fundamentalmente insuficiencia de Oferta frente a la Demanda – de
la inflación de base financiera, derivada de la sobre-emisión
destinada a sostener el gasto improductivo, público y/o privado.
El
aumento de los créditos para consumo, el estímulo al turismo y a
las formas de vida dispendiosas, la tendencia generalizada a la
compra de artículos de marcas cada vez más caras, los cambios de
electro-domésticos y de automóviles más frecuentes (y siempre de
mayores precios), etc., son formas de inflación de base económica.
Incluso
entran parcialmente en esta categoría rubros que conllevan aumento
de la actividad productiva, como el caso de la construcción de
propiedades de lujo o casas de veraneo y todo tipo de alojamientos
que no son para vivienda directa o permanente sino para ocupaciones
indirectas o temporarias, porque este tipo de edificaciones arrastra
una suba generalizada de los precios del mercado de la construcción
por encima de las pautas normales.
Y
todo ello, como producto de un aparato publicitario
institucionalizado que vive creando necesidades artificiales dentro
del sistema de vida de la Sociedad.
Frente
a este mecanismo de inflación de precios por vía del Mercado, esto
es, por aumento inducido de la Demanda, existe otro mecanismo que es
directamente monetario, generado por la sobre-emisión de dinero por
parte del Estado para sostener el Gasto Público y - dentro de este
gasto fiscal - atender específicamente los costos financieros,
directos e indirectos, del sistema de la Deuda Pública:
a) Emitiendo
el Banco Central (BCRA) moneda sin respaldo para comprar reservas que
se prestan al Tesoro para pagar Deuda Externa.
b) Emitiendo
el BCRA dinero sin respaldo para suministrarle Adelantos Transitorios
– que en realidad, no son transitorios sino permanentes y
acumulativos porque se renuevan en forma sistemática – para que el
gobierno pueda atender las obligaciones en pesos de la Deuda y de
otros rubros de gastos fiscales.
c) Emitiendo
dinero para cubrir los Subsidios destinados a contener parcialmente
el traslado a precios y tarifas de servicios públicos de los
incrementos producidos por la inflación y el retraso cambiario: un
atraso del tipo de cambio utilizado a su vez para posibilitar la
atención de los servicios de la deuda en moneda extranjera.
d) En
suma, una emisión de dinero sistemática para cubrir el Déficit
Fiscal creciente provocado por los servicios de la Deuda Pública y
sus condicionamientos conexos de refinanciación perpetua.
Y
todo esto – el peso de la Deuda como condicionante central en
materia económica, financiera y política - es
precisamente lo que se soslaya u oculta a la opinión pública, porque
la falsa consigna de la clase dirigente es que no hay que vincular
los problemas de la inflación, la devaluación del peso, el déficit
fiscal y el desequilibrio de la balanza de pagos con el problema de
la Deuda, pese a que la Deuda es la causa de fondo que los determina.
LA
NUEVA CRISIS DE DEUDA.
La
co-relación entre aumento de precios generalizado – Inflación - y
pérdida de poder adquisitivo de los salarios es materia de texto y
no necesita siquiera explicación.
No
es tan así, en cambio, la aceptación o el entendimiento de la
relación entre esa inflación y la deuda pública, según lo vimos
en el punto anterior.
Por
ende, por carácter transitivo, la inflación no es aquí un fenómeno
autónomo sino una consecuencia derivada de la Deuda, que es el
factor causal de esa inflación: una inflación financiera que se
emplea como forma de financiamiento del Estado y mecanismo de
atención de los servicios de la Deuda Pública.
Es
cosa corriente sentir la versión de portavoces muy autorizados del
establishment que cargan diariamente las tintas contra la Inflación
como producto de sostener un Gasto Público excesivo y,
consecuentemente, de financiar el Déficit Fiscal. Pero es notable
que esos mismos exponentes soslayan decir que la Deuda es hoy el
principal determinante de ese Gasto y de ese Déficit, así como de
la pérdida masiva de divisas por vaciamiento de las reservas
internacionales del BCRA para atender el pago de la Deuda Externa.
Y
este ocultamiento no es neutro porque al dejar la cuestión de la
Deuda fuera del análisis del problema, la Inflación queda como
causa central de la crisis financiera que hoy vive la Argentina y,
por ende, fuera también de toda acción correctiva necesaria sobre
aquella, la Deuda.
Es
la forma clásica de obviar los verdaderos problemas estructurales de
fondo del país alterando la relación entre causas y efectos: la
Deuda es obviada así como factor causal de la presente crisis
financiera y se la reemplaza por la Inflación, que es un derivado de
la misma.
Esta
inflación, a su vez, tiene como consecuencia la caída de los
salarios reales, pero como el recupero del poder adquisitivo de los
salarios retro-alimentaría la inflación, entonces hay que contener
los aumentos de sueldos, forzando así el paso del costo del ajuste
provocado por la deuda a los trabajadores y asalariados en general
(activos y pasivos).
¿Y
con la Deuda – que es la causa del problema - qué hacemos? No hay
problema señores: frenen ustedes el financiamiento inflacionario del
Estado vía emisión monetaria y vuelvan a sostenerlo con más Deuda
Pública.
INFLACIÓN
Y SALARIOS REALES.
El
Ajuste Fiscal – todo ajuste – conlleva entre sus componentes
centrales, directa o indirectamente, la baja de los salarios reales.
El
gobierno Kirchner ha venido llevando a cabo un plan de ajuste
encubierto, hasta ahora con más énfasis en el ajuste por vía de
los ingresos (aumento de la presión tributaria, incremento de
precios/tarifas de servicios públicos y aumento de la deuda pública)
que en el ajuste por vía de los gastos (reducción gradual de
subsidios, reasignaciones de gastos y retrasos en los aumentos
compensatorios de salarios).
Ahora,
en cambio, con el agravamiento de la crisis de Deuda del verano 2014,
estaríamos pasando a una amenaza cierta de reedición de la caída
de los ingresos reales del sector asalariado análoga a la que se dio
con la macro-devaluación del 2002, después de la crisis de Deuda De
la Rúa-Cavallo del 2001.
Existen
tres formas básicas que han venido siendo utilizadas para bajar los
salarios reales:
1. La
sub-indexación de los salarios nominales apelando a la manipulación
de los índices de inflación por parte del INDEC; mecanismo que fue
frustrado al gobierno Kirchner por la reacción de los sindicatos,
que forzaron el reconocimiento de aumentos compensatorios sobre la
base de la inflación real, e incluso por encima de la misma.
2. La
asimetría de aumentos que se dan por la inflación pasada frente a
perspectivas ciertas de mayor inflación futura.
3. La
trampa financiera por desfase entre el tiempo en que se producen los
aumentos de precios y el momento posterior de vigencia de los
aumentos de salarios pactados.
Este
último punto requiere una explicación más pormenorizada a través
de un ejemplo simple:
a) Supongamos
que por cada 1.000 $/Mes de sueldo el asalariado sufre una reducción
de sus ingresos del 3 % mensual por causa del aumento de precios, lo
que en tres meses reduce su poder de compra neto a 915 $: su ingreso
baja - en términos reales - a 971 $ al fin del primer mes
(1.000/1.03), a 942 $ al fin del segundo mes (1.000/1.03²) y a 971 $
al fin del tercer mes (1.000/1.03³).
b) Los
ingresos perdidos por el trabajador son ahorrados por el empleador
(estatal o privado), que dispondría de esos fondos - que deja de
pagar hasta que no se actualicen los salarios a futuro – en la
misma proporción: 29 $ el mes 1 (1.000 – 971), 58 $ el mes 2
(1.000 – 942) y 85 $ el mes 3 (1.000 – 915).
c) En
total, en los tres meses transcurridos, los 172 $ que perdió de
percibir el asalariado en poder adquisitivo los quedó a su favor el
empleador.
d) Si
el empleador colocara esos fondos que ahorra – siempre en términos
reales – a una tasa digamos del 2.0 % mensual capitalizable (25 %
nominal anual), obtendría en todo el período un rédito por
intereses de 5.8 $: 1.8 $ por los 29 colocados durante tres meses,
2.3 $ por los 58 colocados durante dos meses y 1.7 $ por los 85
colocados durante un mes. Este importe – en el ejemplo, una tasa
inferior a la inflación – tendría para el colocador un efecto
compensatorio o resarcitorio parcial que para el asalariado no
existe. Y si la tasa de interés fuese positiva (mayor igual a la de
inflación) dicho efecto compensatorio sería total, incluso con un
rédito a su favor.
e) Si
el trabajador quisiera recuperar la pérdida de poder adquisitivo
sufrida en el trimestre el porcentaje de aumento para recomponer
financieramente la pérdida salarial sería del 9.29 % (1.000/915 =
1.0929).
f) El
doble importe que el asalariado pierde frente a la inflación por el
desfase en las actualizaciones de sueldo – pérdida directa y costo
financiero – se acentúa más todavía en los casos de
desdoblamiento de los aumentos (por ejemplo, en los ajustes
semestrales); y todo ello siempre que tales
actualizaciones se pacten sobre la base del recupero del poder de
compra en función de la inflación real.
Marx
habló de la plusvalía económica pero esto se refiere a la idea de
plusvalía financiera, entendida como costo de oportunidad o uso
alternativo de fondos a pagar aprovechando el desfase de las
actualizaciones salariales.
Porque
el empleador – estatal o privado – tiene así la opción de
amortizar o compensar, parcial o totalmente, la incidencia de los
futuros aumentos salariales gracias al período de diferimiento de
las actualizaciones de sueldos.
Más
aún, esto no es sólo una posibilidad teórica sino una alternativa
práctica, inducida o estimulada con el fuerte aumento de las tasas
de interés por parte del Banco Central (BCRA).
La
respuesta técnica y justa a este problema de asimetría financiera
sería la baja de los períodos de liquidación de salarios, es
decir, una mayor frecuencia de los pagos de salarios a los
trabajadores (por ejemplo, quincenal).
Una
medida de este tipo, sin embargo, tendría obviamente peligrosos
riesgos hiper-inflacionarios, por aceleración de la espiral
precios-salarios, pero precisamente por ello – por sus temibles
efectos posibles – debiera constituir la amenaza al gobierno para
que contenga efectivamente la inflación con resultados concretos so
pena de exponerse al reclamo lógico de una mayor frecuencia de pago
a los asalariados.
Así
como el gobierno Kirchner se ata ahora a la dolarización de la Deuda
Pública – a través de la variante dólar linked (ligada al tipo
de cambio oficial) – dándole un “seguro de cambio”
a los inversores financieros, además del aumento de las tasas de
interés, así también debiera garantizar que los salarios no van a
quedar nuevamente retrasados financieramente por la inflación
comprometiendo no sólo eventuales “cláusulas gatillo” sino
compensando también el efecto de la pérdida financiera por
desactualizaciones salariales frente a la inflación.
Y
esto llevaría entonces necesariamente a revisar las causas
verdaderas de la inflación argentina, que hoy están por encima de
la misma porque la inflación no es autónoma sino que viene
determinada por la emisión masiva de dinero para sostener el sistema
de la Deuda Pública – sostén de pago de los servicios por
intereses y capital – y porque el aumento de la tasa de interés,
que tiene efecto recesivo, es también causa de inflación.
EN
CONCLUSIÓN.
La
crisis de Deuda del verano 2014 es la causa de fondo del actual
desequilibrio inflacionario, cambiario, financiero fiscal y externo
de la Argentina.
La
emisión masiva de dinero por parte del BCRA para sostener los pagos
de compromisos en pesos y en moneda extranjera del gobierno, el
vaciamiento de las reservas internacionales para cumplir a ultranza
con los acreedores privados y los organismos financieros
internacionales, el aumento de la deuda intra-Estado como forma de
traspaso y empapelamiento del propio Fisco con títulos públicos sin
capacidad de repago y el uso de este mecanismo como préstamo-puente
interno para poder volver al mercado internacional de capitales para
colocar más deuda, según la hoja de ruta Boudou, fueron los
factores determinantes de esta crisis actual.
Pero
el problema insoluble de la Deuda – que es la causa de la crisis -
es ocultado al Pueblo Argentino; y ello se hace con la complicidad
del gobierno, la pseudo-oposición política de la partidocracia
parlamentaria y la clase dirigente, en beneficio de los acreedores
financieros y para volver a endeudarse, con el argumento que “es
preferible tomar más Deuda antes que financiarse con Inflación”.
Es
la forma en que operan las estructuras de poder económico-financiero:
no sólo por la acción directa y manifiesta de los gobiernos de
turno y del establishment vinculado a los intereses de la Deuda sino
también dejando que las torpezas y errores de política financiera
se cometan impunemente para que luego las cosas se replanteen
nuevamente en su favor a través del simple “acomodamiento de los
hechos”.
En
este sentido, merced a las nuevas medidas financieras adoptadas por
el gobierno Kirchner, las alianzas ya habrían sido establecidas de
hecho entre los intereses comunes del gobierno y el empresariado
económico-financiero. Ahora falta observar el comportamiento de los
Sindicatos.
Algunas
presiones clave sobre el sector gremial ya habrían sido esbozadas:
1. Forzar la aceptación de aumentos por paritarias en función de la
inflación futura y no de la recuperación frente a la inflación
pasada, so pena de acusación por hiper-inflación, desestabilización
y “rodrigazo”, 2. Apelar a la “responsabilidad sindical”
frente a la amenaza de desempleo derivado del efecto recesivo del
aumento de las tasas de interés y de un gradual abandonando del
gobierno de su función actual de “fondo de desocupación
encubierto”, y 3. Sugerir la convivencia y concesiones políticas a
parte de la dirigencia gremial – caso deuda con las Obras Sociales
- para que guarden silencio sobre la vuelta de la Argentina al
mercado internacional de capitales.
Las
próximas semanas serán muy importantes dentro de este cuadro de
situación – reunión tripartita en el Vaticano del 19.3 inclusive
– porque las presiones del “partido de la Deuda” son cada vez
más grandes y más fuertes para que la Argentina vuelva al
re-endeudamiento previsto según el Megacanje Kirchner-Lavagna de
2005 y la hoja de ruta Boudou.
Lic.
Héctor L. GIULIANO
Buenos Aires,
14.2.2014
Archivo:
GIULIANO ARTICULO 2014 02 14 DP Y SALARIOS
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