Escribe SILVIO H. COPPOLA
Todos recordamos el regalo de Reyes con que se inició este año, allá a principios de enero, cuando aprovechando el receso del Poder Legislativo, la presidencia de la república por un decreto de los llamados de necesidad y urgencia (DNU), asaz frecuentes en la vida pública del país, resolvió tomar de las reservas del Banco Central (48.010 millones de dólares a diciembre 2009), la cantidad de 6.569 MD, dado el aumento de las mismas y al considerárselos como un“ahorro excedente” de todo el país y por consiguiente, dignos de tener otro destino que el dado por el Banco Central de sostener la moneda y controlar el circulante.
El motivo y la urgencia de semejante disposición, fue justificado alegando tibiamente el beneficio del pueblo, pero pronto se aclaró que todo era para disponer el “. . .pago de obligaciones contraídas con organismos internacionales y el pago de servicios de la deuda pública nacional”. Eso fue la madre de todo, la madre del borrego. El procedimiento se adoptó al irse agotando los recursos proporcionados por el ANSES, las AFJP, el Banco Nación y lo que pudo restar del presupuesto. Claro que igualmente en este último caso quedaba obligado el Estado nacional, con la emisión de letras a favor del Banco Central. Y para completar la maniobra, habiendo así un mayor agravante, ni siquiera se consideró la intervención del Congreso Nacional, a quien le corresponde constitucionalmente, todo lo que sea relativo a “arreglar” la deuda pública (art.75 inc.4 CN). Para hacer digerir con más facilidad toda esta maniobra al público en general, se constituyó brevemente, con una denominación que querría ser patriótica, el Fondo del Bicentenario, el que debería disponer del dinero y constituido solamente por la señora presidente.
Rechazado intempestivamente por la Justicia, al ser cambiadas las autoridades del Banco Central, el poder ejecutivo, aún con el Congreso reunido, saca un nuevo DNU de “... de disposición de las reservas”, cuando todo el mundo esperaba que por fin el Poder Legislativo iba a tener oportunidad de demostrar si realmente sirve para algo. La complaciente flamante presidente del Banco Central, inmediatamente secundada por los restos de su directorio, transfiere el dinero el lunes primero de marzo y el martes dos comienzan los pagos de deudas del gobierno. Los que por una nueva disposición de la Justicia, deben suspenderse y resolverse el problema de la transferencia, de acuerdo a lo normado por la constitución nacional, bajo apercibimiento de desobediencia a la justicia.
Lo que da lugar a la presidente, en una reunión en la Casa de Gobierno, a manifestar demagógicamente, ante la estupefacción de los oyentes en general, aunque los presentes, integrantes de la habitual claque que la rodea, siempre presente en estas clases de eventos y más si hay televisión en directo, se apresuraran a aplaudir, que “. . .no voy a permitir que me impidan pagar”. Y para ello asegura, más demagógicamente aún, que “. . . estoy dispuesta a afrontar la condena de cualquier juez. Lo que no estoy dispuesta a enfrentar es la condena de la historia”. Pues bien, ¿qué es lo que va a pagar para no enfrentar la condena de la historia? ¿Acaso son pagos para generar fuentes de trabajo? ¿Para asistir a la infancia empobrecida y desamparada? ¿Para aliviar la pobreza del país? ¿Para crear nuevos centros de atención a la salud? ¿Para destinar a la enseñanza en general? ¿Para asistir a la ancianidad? Podríamos seguir con esto, pero vamos a aclarar que esos pagos, se refieren simplemente a la deuda externa del país. Toda la movida responde a ese sólo propósito. Y entonces ese dinero igualmente no alcanza, pero haciendo pagos ahora (hold outs fuera del canje de Dubai de 2005, Club de París, etc.), aunque sean parciales, puede permitir al gobierno, lograr nuevos préstamos, al entrar por enésima vez al tan deseado mercado internacional de capitales, suprema aspiración de los gobernantes.
En definitiva, se usará inmediatamente o con un poco de demora el dinero en cuestión, pero se pagará. Se pagará. . . . para poder seguir pagando, al refinanciar viejas deudas y al contraer nuevas, ya que con esos pagos de los 6.569 MD se demostrará que el país es confiable, y por consiguiente apto para tomar nueva deuda, esperando que no sea a un interés demasiado alto (riesgo país). Como dijera Alejandro Olmos, viviremos pagando para morir debiendo, sin que jamás se estudie a fondo la validez de la deuda en si, a pesar del fallo Olmos y de los juicios en trámite cuestionando diversos actos que hacen a la misma. Y una palabra para los integrantes del Poder Legislativo, salvo algunas excepciones. Todo su cuestionamiento se refiere a la forma en que el poder ejecutivo dispone del dinero y no a su propósito de pagar atodos los acreedores que presenten cualquier cuenta, examinada o no. Solamente hacen de todo esto una cuestión formal y algo así como una lucha por el poder, contra el todopoderoso ejecutivo. Y cabe señalar que si no intervienen, en el fondo se sentirán mejor, ya que evitan de decir desembozadamente, lo mismo que dice el ejecutivo con todas las palabras: “No vamos a permitir que nos impidan pagar”.
SILVIO H. COPPOLA
LA PLATA, marzo 7 de 2010
Miembro del Foro Regional La Plata, Berisso y Ensenada del Foro Argentino de la Deuda Externa
sábado, 13 de marzo de 2010
“NO VOY A PERMITIR QUE ME IMPIDAN PAGAR”
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